La obra de Christian Boltanski es un culto a los objetos personales viejos y usados, a las fotografías antiguas, a la ropa que nos habla de alguien del pasado...hace pequeños altares para venerar personas ausentes a través de restos. Dota a estas pertenencias e imágenes de un halo de sacralidad. Habla de la cara individual de la ausencia: "¿cómo alguien que es alguien, que tiene una pequeña historia, puede desaparecer al morir?”
“...hablo del recuerdo y de la muerte, y de los despojos de alguien que está muerto. Todos tenemos la experiencia con los padres o los abuelos que han muerto, y de haber encontrado un objeto, una ropa, y nos emocionamos, porque todavía había un pliegue en la ropa, un olor, ésta es una experiencia general, común. Trato de hacer sentir esto. Cuando muestro esto, el espectador (...) va a comprender mejor esta sensación de haber olido el olor de alguien que se murió, la huella. En ese momento va a comprender mejor esa sensación de la persona que se ha ido, ese recuerdo, esa nostalgia”
“Para mí, un inventario es como un retrato, el retrato de alguien y todos los objetos de alguien son como su retrato. Hay entonces esa idea de conservar a alguien por sus objetos”
(Entrevista realizada por María Elena Ramos, presidenta del museo de Bellas Artes de Caracas. 1998.)