Los Altares en la Distancia forman un conjunto con el altar de la India. Uno está dedicado a Daire y otro a mi, en ellos guardamos recuerdos del otro en forma de fotos, dibujos, cartas, objetos, olores... Una acumulación de cosas que nos ayudan a recordar la historia que tenemos en común y que se ve interferida por la distancia. Estos altares responden al desdeo de tener al ausente presente, a ponerle en un lugar íntimo y privilegiado. Son espacios donde guardamos cosas preciadas, que atesoramos. Cada uno guarda y cuida las cosas que guardamos del otro. Son altares para el recuerdo, para de alguna forma tener al ausente en casa y para otorgar a los objetos que le simbolizan un valor casi sagrado.
Los Altares en la Distancia tienen el mismo tamaño y estructura, se abren con dos puertas y recuerdan a los altares portátiles. Tienen una imagen central que es un retrato en blanco y negro del ausente. Cuando están cerrados se puede ver que por fuera tienen una imagen de mapa, que representa la distancia física que los separa.
Al levantar el retrato que es recuerda a un icono religioso, se pasa al espacio interior, un lugar íntimo donde se resguardan las cartas envueltas en tela que sólo deja entreverlas, dando privacidad. Un archivo de momentos capturados en fotografías parcela la pared del fondo. Son las hojas de contacto de fotografías analógicas que he revelado yo misma. La técnica analógica, su proceso manual, hace que me den mucha más la sensación de instantes seleccionados con estima.
En la cara interior derecha de las puertas hay piedras pegadas, son de un día que me puse a recogerlas en Glendelough, un sitio donde hemos estado juntos muchas veces. Hay un trozo de cartón que es de la caja de embalaje de un gato de la suerte chino que me regaló. Y cosas escritas que me mandó por carta.
En el lado izquierdo una foto de la India, la única que tengo de los dos juntos en el viaje, la sacó su amigo Phil y me la dió. También unos pendientes que me compró en Nepal.
Detrás del retrato un sobre marrón con mi dirección escrita por el, con su letra. Hemos recuperado la tradición de escribir cartas a mano, algo que cada vez es menos común. Hay algo más que palabras en las cartas escritas a mano.
El altar también guarda un collar y un anillo, regalos, y una bolsa de té. El té es una de las costumbres más características de Irlanda para mi.